LA SANIDAD MILITAR DE CAMPAÑA

Elvira Valbuena / Madrid

Uno de los militares que cruzó el océano Atlántico para servir en Cuba fue Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), que acababa de entrar en el Cuerpo de Sanidad Militar, hace ahora 150 años. Coincidiendo con el aniversario del ingreso en filas del premio nobel de Medicina como capitán médico, el Ejército rinde homenaje a la Sanidad Militar de Campaña, en su efeméride complementaria.

Así, los programas de actividades del Instituto de Historia y Cultura Militar, de los ocho CHCM, los cuatro Archivos Generales Militares, los cuatro Consorcios, la Biblioteca Central Militar y el propio Museo del Ejército incluyen actos y eventos culturales en homenaje a la Sanidad Militar española a lo largo de todo 2023.

Dentro de su agenda cultural, en cooperación con la Dirección de Sanidad del Ejército de Tierra, y con el apoyo y colaboración de la Inspección General de Sanidad, por una parte, y de la Agrupación de Sanidad nº 1 del Ejército, por otra, el Instituto de Historia y Cultura Militar organizará el Congreso Nacional «Historia y presente de la Sanidad Militar de Campaña española», así como la exposición «Historia de la Sanidad Militar de Campaña española». Esta muestra tendrá lugar entre el 15 de octubre y el 15 de diciembre de 2023, en la sede del IHCM, en Madrid.

También en este lugar, está previsto celebrar un ciclo de conferencias relacionado con la efeméride complementaria del Ejército los días 7 de septiembre, 3 de octubre y 27 de noviembre. Posteriormente, entre el 28 y el 29 de noviembre, se celebrará asimismo un simposio nacional sobre «La historia de la Sanidad Militar de Campaña española».

Al igual que en el caso de la efeméride principal, el Instituto de Historia y Cultura Militar dedicará un número monográfico de la Revista de Historia Militar a la Sanidad Militar española.

Ramón y Cajal, un capitán médico en Cuba

Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) tuvo una corta, pero azarosa carrera militar. En junio de 1873, con 21 años, y recién licenciado en Medicina, fue llamado a filas para cumplir el servicio militar, que la Primera República acababa de convertir en obligatorio para hacer frente a las luchas entre liberales y carlistas y a los conflictos coloniales, integrando la denominada «Quinta de Castelar».

Sus primeros meses como soldado los pasó en Zaragoza, donde había realizado sus estudios, pero poco después se presentó a las oposiciones al Cuerpo de Sanidad Militar, con la idea de pasar el resto del servicio militar como oficial. El científico español aprobó la oposición y quedó sexto entre los 100 candidatos que se presentaron a las 32 plazas ofertadas como médico segundo de Sanidad Militar. Al conseguir la plaza, comenzó una nueva etapa en el Ejército, dejando atrás su vida de recluta.

Ya como teniente, Santiago Ramón y Cajal fue destinado al Regimiento de Burgos, que estaba de operaciones en Lérida, con la misión de defender los Llanos de Urgel, durante la Tercera Guerra Carlista. Tras su paso por Cataluña, en abril de 1874, recibió la orden de trasladarse como capitán al ejército expedicionario de Cuba, donde la guerra por la independencia obligaba a realizar nuevos sorteos entre el personal de Sanidad Militar de la Península para cubrir las bajas de ultramar.

Al mes de llegar a Cuba como primer ayudante médico —el paso a la isla implicaba el ascenso al empleo inmediato, es decir, la graduación de capitán—, Ramón y Cajal no quiso hacer uso de las cartas de recomendación que le había entregado su padre y obtuvo uno de los peores destinos en la isla: la enfermería de Vista Hermosa, situada en un lugar recóndito rodeado de terrenos pantanosos, en el distrito de Puerto Príncipe.

En aquel hospital de campaña, formado por un barracón de madera con techumbre de palma que albergaba con dificultad a más de 200 soldados,
la mayoría enfermos de disentería y paludismo, el joven médico dormía junto a sus pacientes y no tardó en contagiarse.

Enfermo de paludismo y tras una primera convalecencia en Puerto Príncipe, el capitán Ramón y Cajal fue trasladado a la enfermería de San Isidro, aún más insalubre que la primera, según sus propias palabras, donde en mayo de 1875 solicitó la licencia para abandonar Cuba y regresar a España.

Diagnosticado de «caquexia palúdica grave» y declarado «inutilizado en campaña», el futuro premio nobel de Medicina llegó un mes más tarde a España por el puerto de Santander, en muy mal estado. Una vez recobrada la salud, Ramón y Cajal retomó sus estudios académicos y comenzó el doctorado, encaminando su vida hacia su vocación científica.

Estos y otros detalles sobre su paso por el Ejército los dejó reflejados en su autobiografía Recuerdos de mi vida, escrita por el científico en 1901.

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