Entrevista a … JENNIFER PAREJA, Subcampeona olímpica de waterpolo en Londres 2012.


 «El deporte y el Ejército comparten valores»

Texto: Juan Diego Tobajas (Madrid)

Fotos: Bg. J. M. Dueñas

La exjugadora de waterpolo Jennifer Pareja (Olot, 1984) es una de las grandes referencias del deporte español. Fue subcampeona olímpica con la Selección en los Juegos de Londres 2012 y elegida Mejor Jugadora del Mundo en 2013. Desde 2023 es embajadora de la Marca Ejército, un reconocimiento que asume con orgullo por la identificación que siente con los valores de las Fuerzas Armadas. Actualmente, es directora general de ADO (Asociación de Deportes Olímpicos), desde donde trabaja para garantizar el apoyo a los deportistas olímpicos. En esta entrevista, nos habla de su trayectoria, del esfuerzo que hay detrás de cada medalla y del papel transformador del deporte en la sociedad.

¿Qué le atrajo del waterpolo cuando comenzó y qué recuerda de sus primeros años?

En realidad, empecé como nadadora. Mis padres me llevaron a la piscina casi a rastras, porque tenía pánico al agua. Querían que aprendiera a nadar y perdiera el miedo. Y lo cierto es que, una vez superado, me enamoré de la piscina y de la natación. A los 14 años, que es una edad tardía para cambiar de disciplina, todas mis amigas se pasaron al waterpolo y yo me quedé sola en el equipo de natación. Así que me apunté con ellas. Me dijeron que no lo hiciera, porque se me daba bien la natación, pero soy tauro, muy tauro (risas). Y ahí empezó mi fascinación por el waterpolo.

¿Sintió barreras por ser mujer en un deporte que no era habitual para las chicas?

Muchísimas. Recuerdo que, cuando decía que jugaba a waterpolo, me contestaban: «¡Pero si eso es de chicos!». En Olot había equipo masculino desde hacía 20 años, pero el femenino lo creamos nosotras. A partir de ahí, con mucho trabajo, hemos avanzado. El gran punto de inflexión llegó en los Juegos de Londres 2012. Nuestra medalla de plata cambió la perspectiva del waterpolo femenino. Las niñas empezaron a tener referentes, aumentaron las licencias y dejamos de ser «las que jugaban porque no se les daba bien la natación».

Más allá del crecimiento del waterpolo femenino, ¿qué significó ese subcampeonato olímpico a nivel personal?

Fue cumplir un sueño. Desde pequeña soñaba con ser olímpica, cuando vi los Juegos de Barcelona. Pero lo sentía como algo inalcanzable. Recuerdo perfectamente la emoción que sentí el día que pisé la Villa Olímpica en Londres. Y luego, lograr la medalla fue la recompensa a doce años de esfuerzo, mío y de toda mi familia, que siempre me apoyó al cien por cien.

En 2013 fue nombrada Mejor Jugadora del Mundo. ¿Cómo vivió ese reconocimiento?

En ese momento fue increíble, pero con los años soy más consciente de lo que supuso. En 2013 lo gané todo: Mejor Jugadora del Mundo, de Europa, del Mundial y de la Copa de Europa. Había apostado por el waterpolo, lo dejé absolutamente todo y me dediqué al cien por cien a este deporte. Entrenaba cada día para ser la mejor, y ese reconocimiento fue la prueba de que los sueños se pueden cumplir, aunque parezcan inalcanzables.

Actualmente sigue vinculada al deporte desde otra perspectiva. ¿En qué consiste su trabajo?

Soy directora general en ADO (Asociación de Deportes Olímpicos). Buscamos financiación para las becas de los deportistas. Yo fui becada por ADO y sé lo imprescindible que es. En los deportes mal llamados minoritarios, como el waterpolo, no se puede vivir sin una beca. Recuerdo que hasta 2011 muchas compañeras trabajaban o estudiaban a la vez. En ese año, una beca especial nos permitió centrarnos exclusivamente en entrenar. Fue lo que marcó la diferencia.

¿Qué sintió al ser nombrada embajadora de la Marca Ejército?

Fue un orgullo. Me siento muy identificada con los principios militares: superación, trabajo en equipo, compromiso, representar a tu país… Los deportistas también llevamos el nombre de España por el mundo y tenemos esa responsabilidad. Para mí fue natural aceptar.

¿Coinciden entonces los valores del deporte con los de las Fuerzas Armadas?

Absolutamente. La cultura del esfuerzo, del trabajo en equipo, de no rendirse, de pensar en el grupo por encima del individuo… En nuestro equipo, el éxito se basó en eso: trece jugadoras implicadas al cien por cien, sin egos, con un objetivo común. Cada una sabía su rol. Creo que en el Ejército ocurre lo mismo.

¿Qué papel cree que juega esa filosofía en la formación de los jóvenes?

Fundamental. El deporte es una herramienta transversal. Enseña cosas que no se aprenden en la escuela o la universidad: gestión de la frustración, del éxito, esfuerzo colectivo, compromiso… Yo cuando dejé el deporte y entré a trabajar en una gran empresa, me di cuenta de que todas esas habilidades que valoraban eran las que había aprendido como deportista.

¿Hay alguna figura que la haya inspirado especialmente?

Rafa Nadal, sin duda. No solo como deportista, también como persona. Nunca ha dado una bola por perdida, algo con lo que me identifico mucho. Y sus valores: corrección, humildad y legado. También fui muy fan de Kobe Bryant. Tuve la suerte de hacerme una foto con él en Londres. Era uno de mis sueños.

¿Cómo ve el futuro del waterpolo femenino en España? ¿Qué le diría a una niña que quiere llegar a la selección?

Lo veo muy bien. Las categorías inferiores llevan años sin bajarse del podio. Se ha consolidado un estilo de juego y de vida que empezó con nuestra generación. A esas niñas les diría que sueñen, pero sobre todo que trabajen. Para mí hay tres pilares: trabajo, actitud y pasión. Con eso se puede llegar muy lejos. Puede que no logres todos tus sueños, pero seguro que alcanzas tu mejor versión.

Usted ha sido una deportista de élite. ¿Qué hay de la práctica del deporte «a nivel de usuario»? Hay que insistir en que el deporte es salud, educación, esfuerzo y también alegría. Aporta mucho al desarrollo personal. Enseña a perder, a levantarse. La resiliencia es fundamental, pero incluso más que eso, me gusta el concepto de ser antifrágil: que lo difícil no solo no te rompa, sino que te haga más fuerte. 

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