Conocer a… Comandante Corrochano

Este libro me ha ayudado a limpiar mi alma

Marzo de 2020 es una fecha que ya quedará para siempre en el imaginario colectivo. Fue entonces cuando la peor pandemia vivida en más de un siglo comenzaba a golpear con fuerza y ponía a prueba a la sociedad en su conjunto. Con una situación sanitaria y social al límite, los organismos públicos y cada uno de nosotros, como ciudadanos, debíamos demostrar que éramos más fuertes que el virus, más fuertes que el dolor y hasta, incluso, que la muerte.

Con hospitales desbordados, las cifras de contagiados y fallecidos no paraban de aumentar y, en medio de toda esa vorágine, las instituciones iban adoptando medidas para afrontar una realidad que, en ocasiones, sonaba más bien a ficción apocalíptica. Una de ellas fue la tomada por la Comunidad de Madrid: abrir tres morgues que descongestionasen la saturación a la que se veían sometidos los tanatorios.

Al frente de ellas, como coordinador y responsable del equipo militar allí destinado, se encontraba el comandante Corrochano —jefe de Operaciones del Regimiento de Apoyo e Intervención en Emergencias de la Unidad Militar de Emergencias (UME)—, quien después de vivir esta dura época decidió plasmarla en el libro Gracias. Memorias de un soldado en el Palacio de Hielo, en alusión al lugar donde se ubicó la que fue la morgue más grande de España.

Jornadas laborales de 14 horas para atender los 1.750 féretros que por aquellos depósitos pasaron, durante los 33 días que estuvieron en funcionamiento. Son las cifras que resumen aquel periodo —del 23 de marzo al 25 de abril— en que se mantuvieron abiertos. Pero reducirlo todo a cifras es realmente insuficiente: «Cada féretro era una persona, una vida, y había momentos de gran tristeza y cansancio porque no se veía el fin», señala el comandante

Allí, unidades del Ejército de Tierra y la UME trabajaron sin descanso por dignificar una de las situaciones más duras que alguien puede experimentar: morir sin sus seres queridos cerca, pero, eso sí, nunca en soledad: «Acompañamos a todos aquellos que pasaron por allí y eso es algo que nos ha agradecido mucho la gente. Hay que pensar que sus familias los dejaban en el hospital y no los volvían a ver. Recuerdo a una chica cuyo padre había estado allí y pidió tocarme la mano. Era el lazo de unión entre su padre y ella, me dijo que era su manera de poder despedirse», señala.

Cada día, el comandante dedicaba unos minutos a publicar en sus redes sociales un agradecimiento a todos los que estaban colaborando en la lucha contra la pandemia: «Así empezó la idea de escribir este libro». Hasta un total de 73 colectivos a los que Corrochano mostró su gratitud y que han servido como base para redactar los 73 capítulos que lo componen.

Historias dolorosas que calaban en cada uno de los militares que allí trabajaban y que recibieron apoyo psicológico diario para poder enfrentarse a ello. Todos, menos el comandante Corrochano: «Yo era el jefe, creía que podía con todo y que no lo necesitaba, pero cuando terminó aquello sí que necesité ayuda». Ayuda para digerir la pena y el desgaste físico y emocional que una situación como esa requiere. Y así surgió, también, la idea de este libro, ya que los psicólogos le recomendaron escribir: «Y eso hice, escribir para ayudar a limpiar mi alma».

Más de un año le ha llevado a este utrerano, bético hasta la médula y amante de la Semana Santa escribir el libro. Un año en el que ha ido descargando los sentimientos que la operación “Balmis” le ha provocado. Y es que, aunque lleva casi 40 años de servicio —incluyendo su participación en varias misiones internacionales—, a ver sufrir es difícil acostumbrarse. Un militar que, a pesar de todo, sigue enamorado de la milicia como el primer día, ya que lo suyo es vocación y devoción desde la cuna: «Yo nací saludando», asegura.

Y como «todo militar lleva un escritor dentro, debido a la gran cantidad de experiencias vividas», Corrochano no descarta volver a escribir y expresar sus ideas a nivel militar, aunque reconoce que plasmarlo en un papel «es mucho más difícil». En cualquier caso, con Gracias. Memorias de un soldado en el Palacio de Hielo, el comandante ha tenido una exitosa entrada en el mundo de la literatura, pues ya ha vendido mil ejemplares y ha recibido el apoyo de compañeros y autoridades.

Es el caso de la ministra Margarita Robles, quien ha prologado el libro, donde destaca aquel 16 de abril en el que ella y Corrochano coincidieron, por primera vez, en el frío Palacio de Hielo y donde sus lágrimas se unieron en recuerdo de nuestros compatriotas fallecidos. Este libro, tal y como indica su dedicatoria, va por ellos, por todos.

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