A menudo los grandes relatos sobre gestas militares, los cuadros de batallas, la fotografías de los corresponsales de guerra o las películas bélicas nos han ofrecido una visión parcial del campo de batalla centrándose únicamente en la primera línea de combate, sin embargo existen otras perspectivas. Imaginen por un momento que nuestra mirada recorriese el teatro de operaciones de atrás hacia delante contemplando la totalidad del conflicto ¿qué encontraríamos? seguramente convoyes transportando las distintas clases de abastecimientos: víveres, vestuario y equipo, carburantes y lubricantes, material de fortificación, munición y explosivos, material sanitario, armamento, o incluso piezas de repuesto, entre otras cosas. En definitiva los recursos necesarios para abastecer a un Ejército en campaña de forma adecuada, rápida y continuada. Pero esto no puede ser una tarea improvisada, más bien una labor compleja que requiere de una gran preparación técnica, logística y operativa de los hombres y mujeres que han ido conformando nuestros ejércitos a lo largo de los siglos.
En las grandes guerras a lo largo de la historia el papel de la logística e intendencia ha sido fundamental, dependido el éxito o el fracaso de la operación combinar adecuadamente sistemas, procedimientos y medios. Los grandes expertos en la materia remarcan que por cada soldado que combate en el frente hay que tener un número sensiblemente superior en la logística, lo que supone un gran esfuerzo.
Ya durante la campaña del norte de África ya se apuntaba que un convoy de Intendencia no solo era una cantidad de mercancías, sino que podía suponer la diferencia entre la victoria y la derrota, entre la vida y la muerte. Como decía Miguel de Cervantes, en su mítica obra el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, “el trabajo y peso de las armas no se puede llevar sin el gobierno de las tripas” y para ello no solo se deben contemplar los abastecimientos puramente dichos y su cadena de suministro, sino también una acertada gestión económica, que permita la adecuada optimización de los recursos asignados, garantizando así el sostenimiento de las unidades sobre el terreno durante el tiempo que sea necesario. Esto implica que la logística y la gestión económica deben ir siempre de la mano y ser contempladas en los más altos niveles de la planificación.
Pero… ¿Cómo cumplir adecuadamente estas misiones? Quizás la mejor respuesta nos la da el lema de la Academia de Intendencia: “» Prever lo que se ha de proveer»”.
Una de las apuestas del Cuerpo de Intendencia para comunicar su gloriosa Historia ha sido la realización de un video que, como su propio título sugiere, nos adentra por la historia de la Intendencia en un viaje que mantiene como telón de fondo el Palacio de Polentinos, actualmente sede del Archivo General Militar de Ávila y Museo de Intendencia, y durante muchos años Academia de Administración Militar; y, posteriormente, de Intendencia.
Descubrirán al Contador, Veedor y Pagador durante el alistamiento del tercio de Contreras en el siglo XVI; continuarán la visita por el despacho de un oficial de Administración Militar del siglo XVIII deseoso de mostrar su valor en combate; un joven oficial de segunda de Administración Militar les sorprenderá escapando de un cuadro: “La defensa de un convoy. Alpens 1873 “ en el marco de las guerras carlistas; recorrerán pasillos y aulas junto a los primeros alumnos de Intendencia, allá por el año 1911; realizarán un viaje inesperado al norte de África, que los trasladará a la guerra de Rif, y a la entrega del primer estandarte a una Unidad de Intendencia en el año 1923 de manos del Comandante General de Melilla en reconocimiento a sus sacrificios y valor; volverán a la Academia para conocer a algunos alumnos que se convertirían en ilustres pilotos de aviación y pasearan entre los alumnos Oficiales y Suboficiales de los años ochenta. Vengan y adéntrense en esta historia sorprendente.