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CENTENARIO DE LA MUERTE DE UN HÉROE

Comandante Arredondo


Texto: Ana Vercher / Madrid   

Fotos: BRILEG


Hablar de la historia de España es hacerlo de multitud de hombres de armas que han destacado por un brillante desempeño de su trabajo, con actuaciones que superaban lo que el deber les exigía. El comandante Pablo Arredondo Acuña es uno de estos grandes héroes militares españoles del siglo XX, formando parte de la escueta lista —compuesta por tan solo cinco personas— de caballeros bilaureados por la Real y Militar Orden de San Fernando en ese siglo. 

Con una hoja de servicios impresionante, recordamos ahora a este valiente legionario, cuyo centenario de su muerte se conmemora en este año 2024. 

Jiennense de nacimiento (Baeza, 1890), el comandante Arredondo provenía de una familia de tradición militar, y, con tan solo 18 años, decidió seguir los pasos de su padre —quien era teniente coronel de Infantería— e ingresar en la Academia de Infantería de Toledo. Tan solo unos pocos años después, y ya comenzada la guerra del Rif, Arredondo solicitó ser destinado a alguna de las unidades que tenían previsto pasar al protectorado español en Marruecos. Una decisión que cambiaría su vida para siempre y que daría origen a su leyenda.

Así, en mayo de 1913, el por aquel entonces teniente Arredondo llegaba a Ceuta con el Batallón de Cazadores de Arapiles n.º 9. Solo un mes después, se hacía merecedor de su primera Cruz Laureada de San Fernando, gracias a su heroica actuación en el combate de Laucién, la noche del 11 de junio, cuando el enemigo rifeño asaltó su posición en grandes números. Fue entonces cuando Arredondo demostró su valor y liderazgo al frente de la última sección de la 3.ª Compañía del citado Batallón, combatiendo a sable y pistola, manteniendo la serenidad y siendo capaz no solo de reagrupar a sus hombres, sino también de organizar un repliegue ordenado que salvó numerosas vidas —una de ellas, la de un soldado con el que cargó a hombros personalmente, hasta posiciones seguras, a pesar de estar él mismo herido en la ingle, lesión por la que terminaría perdiendo un riñón—.

Tan solo un año después de este incidente, se incorporó al Grupo de las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla, de guarnición en Tetuán, unidad con la que formó parte en ocho acciones de combate, gracias a lo cual fue recompensado con la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, lo que acrecentó su fama y prestigio.

Tras su posterior traslado a la península, en 1920 recibió la propuesta de Millán-Astray para formar parte del primer cuerpo de oficiales del recién creado Tercio de Extranjeros, incorporándose a la Legión para ocupar el  mando de la 1.ª Compañía de la 1.ª Bandera. Los siguientes meses los pasó dedicado a su organización e instrucción, aunque pronto estuvo operando durante la ocupación de las posiciones de Ait Gaba, Salah y Muñoz Crespo. Durante la toma de esta última fue herido dos veces en el muslo, aunque ordenó abatir primero al enemigo antes de que fuesen a evacuarlo. Debido a la gravedad de las heridas, que requirieron de numerosas atenciones médicas —debiendo ser trasladado a Madrid—, Arredondo pasó tres años en situación de reemplazo. Sin embargo, luchó por evitar pasar al Cuerpo de Inválidos, pidiendo que le permitieran continuar en el servicio activo, algo que terminó logrando. No obstante, tuvo que valerse de por vida de un aparato ortopédico, que le dificultaba mucho andar. 

El Comandante Arredondo es uno de los pocos bilaureados con la Cruz de San Fernando en el siglo XX

En cualquier caso, esto no impidió que volviese al norte de África, al frente de sus legionarios, donde participó en innumerables combates, en condiciones muy duras. Allí, moriría el 19 de noviembre de 1924, durante la retirada de Xeruta al Zoco de Arbaa, con una destacada actuación que le hizo merecedor de su segunda Laureada y la Medalla Militar Individual. Un fallecimiento que conmocionó a la sociedad española de la época, y del que se hicieron eco los principales medios del momento.

Homenaje en Baeza

Así, en este municipio jiennense cuna de Arredondo, se erigió, en 1927, por suscripción popular, un monumento en su honor. Si bien este monumento fue destruido en 1936, por las milicias republicanas, en 2014 se decidió, por parte del Ayuntamiento —y atendiendo, nuevamente, a la petición de los vecinos—, reponerla. Una iniciativa que partió del Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas de Jaén y que recibió el apoyo de miles de personas y numerosas instituciones.

Un acto de «justicia histórica» —tal cual como dijo el entonces alcalde de la ciudad, Leocadio Marín—, para mantener vivo el recuerdo de aquel que fue un legionario y caballero ejemplar.

Homenaje en el centenario de su muerte.

Con motivo del centenario de la muerte del comandante Arredondo, el Ayuntamiento de Baeza lo ha nombrado Hijo Predilecto a título póstumo, en un acto celebrado el 14 de junio, al que acudieron diversas autoridades, y que contó con un recital de la Unidad de Música de la Brigada «Rey Alfonso XIII» II de la Legión.

Durante la ceremonia de entrega del título a sus familiares, el director del Instituto de Historia y Cultura Militar, general Antonio Ruiz, elogió la figura del destacado militar, así como su sacrificio y brillante carrera. Asimismo, al día siguiente, se realizó una parada militar en su homenaje, que congregó a numerosos vecinos, y en la que participó la Unidad de Honores de la citada Brigada.

MISIÓN MALI: SON LEYENDA

Texto: Norberto Ruiz Lima

Madrid Fotos: DECET

La historia, a veces, se reduce al recitado de fechas y a fríos datos asociadas a ellas; pero, la memoria abarca otro tipo de momentos que, recogidos por la tradición oral o escrita, forjan la trama muchas veces escondida de las naciones. Esa África que guarda a Mali, como un mosaico, ha estado llena de momentos que fueron forjando, durante más de 11 años, los soldados españoles que sirvieron en la misión EUTM (European Union Training Mission).

A petición del gobierno de Mali y sobre la base de las Resoluciones de Naciones Unidas, en particular la Resolución 2085 de su Consejo de Seguridad, un 18 de febrero del año 2013, comienza la misión de entrenamiento de la Unión Europea con el mandato de ayudar a las Fuerzas Armadas Malienses (FAMa) a restablecer su capacidad de defensa, mediante la provisión de adiestramiento, asesoramiento y asistencia militar. La misión se basaba en preparar a las fuerzas malienses para que fueran capaces de llevar a cabo operaciones militares con el objetivo de restablecer la integridad territorial y reducir la amenaza que planteaban los grupos terroristas. Sin olvidar el apoyo prestado a los cinco países del Sahel Fuerza Conjunta (Burkina-Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger) en relación con el asesoramiento y formación a sus respectivos sectores de defensa.

El paso del tiempo convenció de la necesidad de ampliar el mandato inicial. Hasta cinco mandatos ha tenido la misión. Los estados miembros de la Unión Europea decidieron no prolongar el 5.º mandato de la misión EUTM Mali más allá del 18 de mayo de este año tras la revisión estratégica de la situación y las consultas realizadas a las autoridades malienses. De esta forma llega a su fin una misión que fue capaz de conseguir aunar los esfuerzos de hasta 23 países europeos, toda una apuesta contra el mito babélico que los componentes de la EUTM Mali desmontaban día a día, probando que aquellos que quieren entenderse, con voluntad, siempre lo consiguen.

En estos últimos tiempos la misión ha estado liderada por España, una Bandera que los ciudadanos malienses conocen bien porque han visto sus vehículos recorrer el río Níger, de norte a sur a diario, apoyando su estabilidad y seguridad; ya fuera en Bamako, Koulikoro o Sevaré. La misión requirió muchos sacrificios y quien lo vivió lo sabe; dos de sus soldados pagaron el precio más alto que se puede pagar por la paz y la estabilidad de Mali y por sus ciudadanos; el brigada del Ejército de Portugal Fernando Paiva Benido y el cabo de Infantería de Marina de la Armada Antonio Carrero Jiménez, cuyo recuerdo imborrable permanecerá escrito sobre mármol en la memoria de las Fuerzas Armadas españolas, murieron en aquellas lejanas tierras. Ahora son leyenda junto a los 8500 soldados españoles que sirvieron en la misión de Mali con un vínculo común que sigue vivo.

Este vínculo viene desde mucho tiempo atrás, anudándose entre historia y leyenda, realidad y mito. España lleva más de siete siglos entrelazando su historia con la de Mali. Siete siglos de leyenda maliense; no obstante, la biblioteca de Kati en Tombuctú es la del jurista Alí ben Ziyad al Quti, descendiente de Witiza, antes ubicada en Toledo (1468); tampoco olvidan que el almeriense Diego de Guevara, Yuder Pachá, al mando de 6000 soldados, muchos de ellos moriscos españoles e incluso veteranos de los Tercios, conquista la curva del Níger en 1591, donde muchos se afincaron casándose con mujeres Songhai, creando una nueva etnia denominada Arma (palabra muy castellana) descendientes de todos aquellos soldados que llegaron de la península ibérica. Y ahí siguen latiendo su sangre y su vida.
Ahora todos ellos son leyenda, como lo son los más de 8500 soldados españoles que sirvieron en la misión europea de EUTM en Mali.