Entrevista a… ROZALÉN, cantante, compositora y actriz.

 «Encarnar a Chavela ha sido un desafío»

Texto: Juan Diego Tobajas (Madrid)

Fotos: Bg. J. M. Dueñas

María de los Ángeles Rozalén (Albacete, 1986), conocida artísticamente como Rozalén, es una cantautora española reconocida por sus letras profundas y su compromiso social. Con una formación en Psicología y Musicoterapia, Rozalén ha fusionado sus conocimientos académicos con su pasión por la música, canto e interpretación. Al protagonizar Chavela, la última chamana en el Teatro Marquina de Madrid, en cuyas tablas nos recibe, la artista albaceteña se ha enfrentado a un nuevo reto que la acerca a la figura inimitable de Chavela Vargas. De esta forma, la artista combina su trayectoria musical con la actuación, explorando también aspectos personales y colectivos que van más allá de la escena y reafirman su compromiso con las causas sociales. Esta implicación se refleja en iniciativas como el concierto benéfico que ofreció en respuesta a la DANA, que sacudió Letur, el pueblo en el que creció. Allí, como en otras localidades de las zonas afectadas por el desastre natural, la intervención del Ejército fue crucial. El testimonio de Rozalén destaca la importancia del esfuerzo y la solidaridad, valores compartidos por las Fuerzas Armadas para construir una sociedad más humana.

¿Qué le ha motivado a participar en la obra Chavela, la última chamana y cómo se siente al interpretar a una figura tan icónica como Chavela Vargas?

Bueno, la verdad es que no he ido yo a buscarlo, me han buscado a mí, y bendita la hora, porque siempre me he sentido una impostora y una intrusa incluso en el cante, ya que lo que estudié fue Psicología, con un máster en Musicoterapia. Pero lo cierto es que canto desde que hablo y hacía canciones desde muy pequeñita, así que, de alguna manera, siempre había estado en mi interior. Encarnar a Chavela ha sido un gran desafío.

Considerando que usted ha dicho que no es actriz…

Cuando me lo propusieron, de primeras incluso dije que no, porque me parecía un reto muy difícil; yo no soy actriz, y encima Chavela Vargas es inimitable. Es una artista con demasiada personalidad y con una vida muy difícil. Pero benditas son las locuras y los retos para aprender y crecer, y ahora que llevamos más de la mitad de las funciones programadas, no me arrepiento en absoluto. He estado ensayando de lunes a viernes desde octubre hasta diciembre y, los fines de semana, iba con la gira de mi disco El Abrazo.

¿Cómo ha sido el proceso de dirección interpretativa y qué papel ha jugado su formación en este proyecto?

Me han dirigido muy bien; han estado muy encima, sobre todo en la parte interpretativa, que es la que más me daba miedo. Mis compañeras son todas actrices, y eso me ha ayudado mucho. Yo creo que me ha servido la carrera que estudié y el hecho de ser compositora. Al escribir canciones, la psicología —que es el estudio del comportamiento humano, de la psique y de las emociones— me resulta muy valiosa. Para mí, hacer canciones es terapia; voy cantando mi vida, lo que me pasa y lo que siento. La psicología me acompaña en cada nota y también me ha servido para encarnar al personaje de Chavela.

¿Cómo ha sido la acogida del público en el Teatro Marquina?

Increíble, desde el minuto uno. Todas las veces que he actuado el teatro estaba lleno. En algunas funciones, como máximo, han quedado cuatro o cinco butacas libres. Estoy súper agradecida porque la gente viene a verte sin saber siquiera lo que va a ver. Es diferente a un concierto mío, donde sabes que vas a escuchar canciones. En el teatro, la sorpresa está en el ambiente, y la fidelidad del público me conmueve muchísimo.

¿Por qué cree que viene el público, por Chavela Vargas o por Rozalén?

Eso habría que preguntárselo a ellos. Yo creo que es una combinación que puede ser un caramelito. En muchos conciertos, y sobre todo al principio, cantaba muchas canciones de Chavela —por ejemplo, La Llorona— y eso llama la atención. Puede ser que la discográfica haya aprovechado y dicho «estás haciendo esto, ¿por qué no grabas seis de las canciones más míticas de Chavela?». Aunque, claro, la grabación no tiene nada que ver con la música de la obra, ya que se realizó «a lo macorina», con guitarristas mexicanos, clavando arreglos de las canciones más antiguas. Al final, he dejado seis canciones grabadas en un EP que, además, son temas que todo el mundo conoce, como El último trago de José Alfredo, La Llorona y La Macorina. Son temazos que me llenan de orgullo.

Tras la DANA en Letur, organizó un concierto benéfico. ¿Qué vivencias le dejó esa experiencia y cómo valora la intervención del Ejército en esas labores de ayuda?

Cuando pasó la DANA, justo el 29 de octubre, llegué al lugar un par de días después; ya estaba todo a punto, con el puesto de emergencias preparado. Luego, en diciembre, la gente se volcó en el concierto que di en Albacete. Ahora estamos preparando Leturalma, un festival contra la despoblación rural en Letur, que está viviendo unos momentos muy difíciles porque la reconstrucción en algunas zonas del casco antiguo llevará tiempo. Para mí, mi pueblo es lo más íntimo; aunque nací en Albacete, me he criado allí, y en Letur están enterrados mi padre, mis abuelos, todo mi pasado. La intervención y el apoyo del Ejército fueron fundamentales. Esa experiencia me abrió los ojos, y he aprendido a dar gracias y a conocer más antes de juzgar. Me conmovió ver cómo trabajan con perros y otros recursos para rescatar a la comunidad. Es un agradecimiento sincero hacia todos los que ofrecieron su tiempo y esfuerzo para socorrer a mi pueblo.

¿Qué responsabilidad cree que tiene el artista con la promoción de esta u otras causas sociales, como la contención de la violencia de género, tema presente en su canción La Puerta Violeta?

Yo elegí la rama de Psicología, la Psicología social, y durante una temporada incluso quise dedicarme a la cooperación internacional. Mi padre, que fue sacerdote, siempre me hablaba de la teología de la liberación, de estar por y para el pueblo. Los artistas, como Serrat, Joaquín Sabina, Víctor Manuel, Bebe, e incluso cantautores de Latinoamérica como Chavela Vargas y Violeta Parra, llevan siempre un componente social en sus letras. Creo que mi forma de entender la vida se plasma en mis canciones, que son mi manera de expresar mis pensamientos y de lanzar mensajes de reflexión, sin que suenen como un dardo, sino como un medio amable de conectar.

¿Qué proyectos futuros tiene en mente, especialmente ahora que termina la gira del disco El Abrazo?

Sí, ya he terminado la gira de El abrazo, un disco muy emocional en el que el duelo está presente, como en esta obra en la que se trata también el tema de la muerte. Puede que el año que viene meta la cabecita bajo tierra, descanse y viva para volver a cantar y contar mi historia. Por otro lado, llevo años escribiendo un libro de cartas a mi padre, quien falleció de golpe hace tres años, un libro que mezcla ternura y dureza. Sobre mi debut como actriz, si alguien me llama para algún cameo, lo consideraré. Mi director favorito siempre ha sido José Luis Cuerda, también albaceteño, y eso me inspira a seguir explorando nuevas facetas, aunque mi compromiso sigue siempre con la música.

¿Qué mensaje le gustaría transmitir al público que sigue su obra y su música?

El mensaje que quiero transmitir es que el arte y la cultura deben prevalecer en estos tiempos de tanta crispación. Ojalá que la belleza esté por encima de muchas cosas, que sepamos mirarnos a los ojos y contemplar lo que nos une. Con una canción o una obra de teatro, se relaja el ambiente y nos queremos más. Es fundamental que el público valore la emotividad y la capacidad transformadora del arte, que nos ayuda a reflexionar y a encontrar la unión en momentos difíciles.

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