CONOCER A… TENIENTE FLORIT

«NO ME ESPERABA SER EL ENTRENADOR DEL EQUIPO DE JUDO DEL EJÉRCITO»

Teniente Florit

En un tatami, con un judogi y realizando llaves de judo, el teniente Florit —cinturón negro 6º dan— ha estado como pez en el agua durante su etapa como judoka. Muestra de ello son las 2 medallas de oro, las 5 de plata y las 9 de bronce conseguidas en los Campeonatos Militares del Ejército de Tierra celebrados entre los años 1980 y 1998. Aunque confiesa que es un hombre sencillo, y no le gusta crear su “santuario” para alardear de sus triunfos, guarda todos los trofeos para poder enseñárselos a sus familiares y amigos.

Su amor por el judo comenzó a los 14 años de forma casual, ya que hasta el momento no había practicado deporte. Cerca de su casa abrieron un gimnasio y diariamente se acercaba a ver cómo otros deportistas aprendían a hacer llaves e inmovilizaciones, hasta que un día le invitaron a participar.

«Mi madre no quería que lo hiciese, por lo que las primeras clases me las pagué con mis ahorros, hasta que accedió a apuntarme». Desde ese momento, el judo ha sido parte de su vida, pero también decidió probar suerte con el taekwondo y, a pesar de ser subcampeón de Aragón, lo abandonó porque no le resultaba tan atractivo. También realizó jiu jitsu —arte marcial japonés—, pero tras ser 2º dan lo dejó por falta de tiempo.

En su trayectoria como deportista hay dos medallas que le hacen especial ilusión. Una es la plata conseguida en los campeonatos universitarios —comenzó Derecho, pero no lo finalizó—: «Iba a probar suerte, pero me satisface haber llegado hasta la final». La otra es la obtenida en 1997, año en el que se clasificó, por primera vez, para los Campeonatos Interejércitos.

Aunque el judo le ha dado grandes momentos, también recuerda con sabor amargo una lesión cervical durante una competición de Toledo, donde al entrar al tatami se resbaló y el contrincante intentó inmovilizarle, pero el árbitro tuvo que parar porque no reaccionaba. «En el momento que me atendió el médico, pensé que no volvería a practicar el judo». Sin embargo, consiguió recuperarse y continuar con la práctica deportiva.

En 2017, tras haber participado en misiones internacionales como las de BosniaHerzegovina y Kosovo, pasó a la reserva y recibió una llamada del teniente coronel Villar para ofrecerle el cargo de entrenador del equipo de judo del Ejército de Tierra. «No me lo esperaba, porque cuando me llamaron llevaba 15 días en la reserva. A pesar de ello, estaba encantado porque seguía vinculado a mi labor en el Ejército y al judo, dos de mis pasiones en la vida».

En su vida cotidiana, ha intentado transmitirles el amor por el judo a su hija e hijo, ambos cinturón negro, pero dejaron de practicarlo por motivos laborales. En la actualidad, con la misma ilusión con la que en cada competición se subía al tatami, el teniente Florit retomará la enseñanza de defensa personal en el ámbito civil.

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