VIGILANTES EN VERANO

Felipe Pulido / Madrid

Con la llegada del verano se incrementa el riesgo de incendios forestales. Por ello, el Ejército aumenta la vigilancia en las instalaciones militares y, muy especialmente, en los campos de maniobras y tiro. Sin embargo, su papel va mucho más allá y realiza una labor muy destacada en apoyo al medio ambiente y con la colaboración de organismos y autoridades civiles.

Ejemplo de estas actuaciones son el Plan Vigilante Balear —para cuidar el entorno natural de las islas que componen este archipiélago— y la operación “Centinela Gallego” —para prevenir incendios en Galicia—.

A pesar de las circunstancias extraordinarias actuales, ocasionadas por la pandemia por COVID-19,  no se han detenido en su incesante labor. La Comandancia General de Baleares, a través del Regimiento de Infantería “Palma” nº 47, y del resto de unidades de la plaza, ha tenido que ponerse manos a la obra para sacar adelante, un año más, el Plan Vigilante Balear.

Sin ir más lejos, se activó el 15 de mayo, cuando el estado de alarma no había concluido, por lo que, inicialmente, lo compatibilizaron con las labores de desinfección y otras desarrolladas contra la pandemia. Pese a ello, son conscientes de que descuidar el medio ambiente puede acarrear consecuencias muy graves. En ese sentido, se emplearon a fondo para poder desempeñar ambos cometidos a la vez.

Con el fin de la operación “Balmis”, sus esfuerzos se han centrado en el Plan Vigilante Balear, siempre sin olvidar la protección que implica volver a la normalidad. «Hemos tenido que incorporar las medidas de seguridad que se aplican en las unidades al personal, al material y a los vehículos involucrados en las patrullas y en otras actividades del Plan», manifiesta el teniente coronel Medina, jefe del Batallón “Filipinas” I/47.

Hasta 2016 —cuando se creó esta iniciativa— la Comandancia desarrollaba otras acciones aisladas. Sin embargo, desde ese momento, se buscó un mayor acercamiento al entorno civil. Para ello se establecieron patrullas motorizadas y a pie por las diferentes localidades de las islas.

«En esta ocasión se ha reducido el contacto con las autoridades civiles, Policía Local o Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado», explica el teniente coronel. Precisamente, esta relación con el personal de la zona les permitía controlar los posibles puntos vulnerables, en caso de inundaciones u otros sucesos, y les posibilitaba un contacto más cercano. «Ahora se desempeña con una relación menos directa, pero intentando mantener el mismo objetivo», matiza.

Dentro del Plan Vigilante Balear, el personal ha comenzado a realizar rotaciones en el archipiélago de Cabrera, donde se busca, con la presencia del Ejército, reforzar la seguridad de la isla y evitar que se dañe el medio ambiente. Desde la activación del primer destacamento —el 18 de mayo— se realizan rotaciones semanales hasta su finalización, a mediados de septiembre. «El objetivo es tratar de garantizar que, en la medida de lo posible, se mantengan las actuaciones de años anteriores; desde todo aquello que ya está en marcha, hasta otras actividades que están próximas a desarrollarse», asevera el jefe del Batallón “Filipinas” I/47.

Preparados para ser activados

Por su parte, la Brigada “Galicia” VII ultima los preparativos para la activación de la operación “Centinela Gallego”, destinada a la vigilancia de los montes de la comunidad para la prevención de incendios forestales.

Como en años anteriores, se pretende iniciar el operativo a partir del 15 de agosto y mantenerlo hasta el 30 de septiembre, aunque se podría prorrogar en caso de solicitud por parte de la Xunta de Galicia —con quien se firma el convenio— o a través de la correspondiente Orden del Ministerio de Defensa. El jefe de la Brigada ejecuta el mando táctico, mientras que el control depende del Mando de Operaciones. Además, como en años anteriores, reciben el apoyo del Tercio Norte de Infantería de Marina, de la Armada; y del Ejército del Aire, en caso de que aumente el nivel de riesgo.

Tampoco son ajenos a las medidas de protección necesarias para evitar los contagios por la pandemia. En este caso, reconocen que la propia orden de operaciones contemplará el protocolo a seguir. «Tendremos que intensificar la seguridad en las patrullas y, sobre todo, en el contacto con la población civil», reconoce el comandante Carnerero, jefe de la Célula de Seguimiento de la operación. Lo mismo sucede a la hora de pernoctar en la zona, por lo que se ha tratado de buscar lugares más amplios. «Normalmente el alojamiento se realiza en polideportivos o lugares que facilitan los municipios», aclara.

Pese a que también la Brigada ha estado involucrada en la operación “Balmis”, mantienen que no ha afectado a la instrucción del personal y al adiestramiento de las unidades. «Contamos con la experiencia de años anteriores», mantiene.

«Las patrullas terrestres en Galicia se apoyan con el uso de RPAS para vigilar la zona» 

Sin ir más lejos, en 2019 realizaron más de 300.000 kilómetros durante el mes y medio en el que estuvo activo el operativo. Las patrullas terrestres se apoyan, también, con el uso de sistemas aéreos pilotados de forma remota (RPAS). Además, en caso de necesidad, se activaría a la Unidad Militar de Emergencias, todo ello dependiendo del nivel de la emergencia. «La Célula de Seguimiento es quien controla el operativo», destaca el comandante.

Pese a todo, reconocen que están plenamente preparados para actuar en un ambiente donde la COVID-19 aún acecha.

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