
La participación en unas Olimpiadas es uno de los sueños compartidos de casi todos los que practican un deporte a alto nivel. Verlo cumplido es difícil, más aún cuando la práctica deportiva se compagina con una profesión tan demandante como lo es la militar.
No obstante, los componentes de las Fuerzas Armadas que han tenido la oportunidad de participar en los VII Juegos Mundiales Militares, celebrados en China a finales de octubre, han vivido una experiencia que nada tiene que envidiar a unos Juegos Olímpicos.
El país asiático se volcó en esta cita y puso todos los medios materiales y humanos necesarios para hacerla inolvidable. Para empezar, crearon una villa olímpica en Wuhan, la ciudad más poblada del centro del país. Allí convivieron todas las delegaciones, más de 8.000 militares de 107 países, durante las casi dos semanas que duraron los Juegos. «Teníamos todo tipo de comodidades: amplias habitaciones; variada oferta gastronómica, con cocineros de diferentes nacionalidades, incluida la española; zonas deportivas, de recreo… Estábamos como en una burbuja», recuerda el coronel Tinahones, jefe del equipo de equitación y componente de la delegación española, formada por 123 deportistas. De ellos, 54 del Ejército de Tierra.
Las instalaciones donde se realizaron las competiciones también fueron de primera calidad, con estadios repletos de público y ceremonias de inauguración y clausura que nada tienen que envidiar a las de las grandes citas. Eso contribuyó a que los deportistas se sintieran como verdaderos profesionales a pesar de que compaginan la disciplina deportiva con su servicio en la carrera de las armas.
Los resultados también acompañaron, puesto que la delegación española se volvió a casa con una medalla de bronce y quince Victory Certificates (similares a los diplomas olímpicos que se entregan a los que quedan entre los ocho primeros clasificados).
Aunque el teniente Fraile, destinado en el Regimiento de Especialidades de Ingenieros nº 11, no logró el diploma, se ha llevado un buen sabor de boca de estos juegos. Primero, porque consiguió colarse en la final de los 5.000 metros, siendo el primer español que lo logra en una disciplina en la que nunca se había hecho. Si se tiene en cuenta que entre los corredores había algunos profesionales, campeones asiáticos y europeos, y deportistas olímpicos, se puede entender su alegría.
Además, mejoró su marca personal en las semifinales en cuatro segundos. «No me esperaba este resultado», afirma satisfecho de haber podido representar a España y al Ejército en una cita internacional de estas características.
Un orgullo que comparte con sus compañeros de unidad, quienes le hicieron una calurosa despedida antes de partir hacia China: un pasillo de banderas de mochila a la entrada del acuartelamiento “General Arroquia”, de Salamanca.

Muy cerca pero, en este caso, de medalla, estuvo el equipo de equitación. Sólo un derribo al final del recorrido privó al teniente coronel Almansa de colgarse un metal y terminar en quinta posición. Y eso que, según reconoce su compañero de equipo, el teniente coronel Suñén, los españoles no tuvieron especial suerte en el sorteo de los caballos, que ponía la organización. Esto se hace en algunas competiciones, porque el coste de trasladar los equinos desde los países de origen es muy elevado.
Al margen de lo deportivo, al teniente coronel Suñén le llamó mucho la atención cómo la ciudad entera estaba volcada con los Juegos. «Tuve la impresión de que no era una ciudad especialmente turística. De hecho, casi no veíamos occidentales al margen de los deportistas, y los locales hasta nos pedían que nos hiciéramos fotos con ellos. Nos convertimos nosotros en la atracción turística», bromea.
También destaca la sensación de seguridad que aportaba la presencia de voluntarios (unos 200.000), en cada rincón de la ciudad, así como el de las cámaras que estaban por todos lados, «hasta en los taxis». Algo que resulta chocante para quien procede de una sociedad occidental, donde estos dispositivos están mucho más limitados.
Todo ello hizo de esta experiencia algo enriquecedor, desde el punto de vista deportivo pero también cultural, para quienes han tenido la oportunidad de vivirla y que les hace soñar con poder repetir dentro de cuatro años.
PARA SABER MÁS
Estos juegos están organizados por el Consejo Internacional de Deporte Militar, organismo deportivo integrado por 134 países y que dirige y coordina las competiciones multidisciplinares para las Fuerzas Armadas.
La representación española ha sido la más numerosa hasta la fecha, debido al incremento de las deportistas femeninas (un 30 por ciento) y las disciplinas en las que se ha participado por primera vez.
España ha participado en 17 modalidades deportivas de las 27 que se incluyeron en los Juegos Mundiales Militares: aguas abiertas, atletismo y maratón, boxeo, ciclismo, equitación, esgrima, foso olímpico, golf, judo, orientación, paracaidismo, pentatlón, salvamento y socorrismo, taekwondo, tiro de arma corta y larga, triatlón, y vela.
El Ejército de Tierra consiguió Victory Certificates en foso olímpico masculino (5º), golf masculino (8º), pentatlón militar femenino (7º), y salvamento y socorrismo (7).
La mejor posición individual de Tierra fue para el soldado Miguel Ángel López Toribio, por su 7º puesto en Salvamento y Socorrismo.
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