«La retirada, en mi caso, ha llegado por una cuestión física, porque tengo el cuerpo reventado»
Amaya Valdemoro (Alcobendas, 1976), con sus 182 centímetros de estatura, está considerada como la mejor jugadora española de baloncesto de la historia. Hace un par de años decidió que era el momento de dejar las canchas y empezar una nueva etapa. Y lo ha hecho con valentía y mucha alegría, como es ella. Natural y espontánea, cuando la jugadora habla, revela la gran persona que su apasionante, y nada común historia vital, ha forjado.

¿Ha tenido alguna relación personal con el Ejército? ¿Qué opinión le merece el papel de este en nuestra sociedad?
Recuerdo que dos compañeras mías de vestuario, al dejar el baloncesto, ingresaron en las Fuerzas Armadas. El papel del Ejército me parece fundamental en cualquier país y, en mi opinión, tiene que estar bien entrenado y muy preparado.
Se refieren a usted como «la mejor jugadora española de baloncesto de todos los tiempos». ¿Cómo lo lleva?
Yo siempre digo que otras vendrán que me harán peor. Que digan eso de ti es algo que va en gustos y, en mi caso, ha habido gente a la que le ha gustado mi forma de jugar. Disfruto del “título” mientras dure; lo que sí es cierto es que formo parte de la historia del baloncesto y eso es muy reconfortante.
¿Cómo se reconoce que ha llegado el momento del retiro?
Es un momento muy difícil. Algunos deportistas profesionales toman la decisión de retirarse por motivos psicológicos, pero en mi caso ha llegado por una cuestión física, porque tengo el cuerpo reventado.
¿Y cómo lo ha afrontado?
Cuando te dedicas al deporte profesional eres consciente de que tiene un fin. Llevo dos años trabajando en la Federación Española de Baloncesto (FEB) y como comentarista en Movistar Plus. Ahora estoy fenomenal pero me ha costado. Evidentemente, no encuentro la sensación que se tiene cuando vas a jugar una final, una sensación que es, por otra parte, adictiva, pero poco a poco lo he ido llevando cada vez mejor. La retirada siempre es triste, pero tomé la decisión en un momento muy feliz, cuando ganamos el Oro en el Eurobasket. Eso también me ayudó.
¿Qué ha sacrificado y qué se ha dejado por el camino?
Muchas cosas. Para empezar, los estudios. Quería haber estudiado Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF), pero jugaba en Salamanca y allí no existía esa carrera, así que comencé a hacer Magisterio en la especialidad Educación Física. Por circunstancias tuve que interrumpirlo y ya nunca lo retomé. También he sacrificado tiempo libre y estar con mi familia, pero si lo pongo todo en una balanza, aún así, veo que ese sacrificio no ha sido tanto. Siempre se sacrifican cosas. Hay que asumir que, en la vida, no se puede tener todo.
En contrapartida, ¿qué puede decir que le ha aportado el baloncesto?
Me ha formado en valores, ha aumentado mi cultura porque me ha llevado a lugares tan dispares como Estados Unidos, Rusia, Brasil o Turquía y, sobre todo, me ha hecho crecer como persona.
¿Cuál ha sido la experiencia o el momento más duro durante su carrera?
Mi estancia en Rusia, de 2007 a 2010, un auténtico choque cultural y climático. Al principio estuve en Samara, allí estabas a -30 ºC pero había días soleados; sin embargo, en Moscú, ni siquiera veías el sol. Hacía tanto frío que apenas salías a la calle, por lo que pasaba mucho tiempo sola. Continué porque me compensaba estar ahí y la gran enseñanza que saqué fue aprender a estar conmigo misma; no todo el mundo sabe. También hubo otros momentos, como cuando no nos clasificamos para las Olimpiadas de 2012 o la muerte de mi madre. No todo es el deporte.
¿Su fortaleza y su mentalidad ganadora le han ayudado a afrontar estas situaciones?
Cada uno les hace frente como puede. Es importante ir adquiriendo herramientas que te ayuden a superar el dolor. Yo soy muy fuerte, es cierto, pero también muy sensible. Lo bueno que tengo es que sé pedir ayuda y apoyarme en la gente que me quiere cuando lo necesito para superar las dificultades.
Y entre todas las victorias, medallas, aplausos y reconocimientos, también habrá habido…
Sí, decepciones: gente que se arrima a ti por lo que haces y no por lo que eres. La vida te da palos que te ayudan a descubrir quiénes son los que están contigo siempre.
«EL BALONCESTO HA AUMENTADO MI CULTURA Y, SOBRE TODO, ME HA HECHO CRECER COMO PERSONA»
Después de tantos éxitos deportivos y tantas experiencias dentro y fuera de las canchas, ¿qué mujer ha llegado a ser Amaya Valdemoro?
Soy una persona con mucho carácter. Reconozco que tengo un punto muy malo, y que a veces estallo como una botella de champán. Sin embargo, soy consciente de que he llegado hasta donde he llegado también en parte por mi forma de ser. Me gusta estar tranquila y no me importa pedir perdón. Soy una persona alegre y buena amiga.
¿Cómo ve el panorama actual del baloncesto femenino en España?
Mejor que cuando jugaba yo, con posibilidades de medalla en los próximos Juegos Olímpicos (en Río de Janeiro, en 2016).
¿Qué consejo daría a esas chicas que ahora forman nuestra numerosa y talentosa cantera?
Que se diviertan y, si no, que lo dejen. Hay que jugar con pasión y alegría. Luego su talento les colocará donde deban estar; en el baloncesto profesional, amateur o como hobby… Que no hagan sacrificios si no les gusta. Porque, además, a quien disfruta se le nota y eso, a la larga, te hace ser más exitoso.